La Patata Tórrida


¿PUEDE HABER EN EL MUNDO ALGO MÁS DESPRECIABLE QUE LA ELOCUENCIA DE UN HOMBRE QUE NO DICE LA VERDAD?
Thomas Carlyle


Arriendo Departamentos en Valparaiso

sábado, 24 de marzo de 2012

DESNUDOS VESPERALES


Autor: Gonzalo Ríos Araneda
Una instantánea de los elementos en medio de la verdad natural, segunda Mención Nacional Concurso Trofeo El Memorioso 2011 del Movimiento Poetas del Mundo, Castro, Chiloé.

EVA DESNUDA

Mira como se columpia el viento,
mientras la resaca se desdobla,
como arlequín dispuesto a morir de amor
en un abrir y cerrar de las olas.

Mira como se desborda el agua,
Para  que el rayo la fecunde en la tormenta;
y cómo el trueno amenaza a la nieve,
deseosa de bajar por la ladera a besar a la llanura
que la espera alborotada al terminar la tarde.

Mira como sufre la montaña
que mil chasquidos de fuego la incomodan,
y envidia al ventisquero que copula con la brisa.
  
Mira como de celos se muere el granizo
que no alcanza a besar la tierra
porque la lluvia la besó primero.

 Mira como se alborotan los elementos
cuando Eva corre por el llano,
desnuda buscando a la ventisca.

Y mira como viene el hombre,
afiebrado de deseo a robarle a Dios.


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Explorando una salida soberana al mar para Bolivia

8 de febrero de 2012 15:11
Los tiempos que corren lo reclaman. Es la hora de iniciar conversaciones concretas entre Chile, Perú y Bolivia para que ésta última acceda definitivamente, y en forma soberana, al mar Pacífico. Conversaciones no ya del modo bilateral, puesto que esa forma de relación ha demostrado conducir a ninguna parte, como lo comprobó Bolivia en 132 años de riguroso empeño. Su aspiración es conseguir un corredor bajo su plena soberanía, de unos 10 kilómetros de ancho que, extendido desde su frontera con Chile, alcanzaría unos 160 kilómetros del actual territorio chileno.
Para hacer realidad acuerdos como este, que inevitablemente deben pasar por Arica, se requirió siempre el visto bueno de Perú. Es decir, hoy, para solucionar el problema, se necesita deshacer el intríngulis creado ex profeso por el tratado de 1929, en que Chile habría puesto un candado al mar para Bolivia y dejado las llaves en manos de Perú, con la presumible intención de ambos de mantener en punto muerto el actual estado de cosas.
Una solución original y realista exige crear y explorar condiciones prácticas y jurídicas que los involucren a todos, como sería una cesión territorial de doble finalidad, con compensaciones equivalentes para Chile, la que podemos denominar “cesión abierta de territorios acordada tripartitamente”. Un arreglo a la medida de un vecindario de relaciones muy poco ortodoxas.
En el estratégico patio de esta parte de América del sur, conviven en la desconfianza un perro, un gato y un ratón. Son Chile, Perú y Bolivia, que conforman una tríada de Estados hermanos, cuyos desencuentros hacen que esta animalización, sin ser peyorativa, dibuje meridianamente, el paisaje psicológico de este verdadero drama americano.
Entre 1904 y 1929 el gato astuto se quedó con la llave de aquel candado y el perro con el problema, mientras el ratón, deseoso de saltar al mar, se quedó con un precario permiso de libre tránsito. Por eso hostiga al perro para que obligue al gato a soltar la llave, y con ella alcanzar el anhelado enclave marítimo. El ratón, perseverante, ha reconocido en los actuales tiempos su oportunidad para saltar al mar. Son horas de superación de los prejuicios y las injusticias; de respeto por los derechos humanos y culturales de las sociedades; tiempos de espacios abiertos y comprensión del otro como hermano para alcanzar el desarrollo. Por eso, el perro, firme en su liderazgo, está dispuesto, como lo demostró en el pasado, a buscar una solución, y el gato acecha para no sentirse perjudicado, ante la eventualidad de un arreglo entre el perro y el ratón, en tanto, éste amenaza, sin destino posible, golpear las puertas de la justicia global ¿Qué hacer?
No en vano, el gato –con el tratado de 1929 debajo del brazo– sostiene enfático: “No puedo ceder en algo que era mío, es decir, no puedo aceptar que el ratón recupere territorio a mis expensas, por eso tengo la llave del patio que me protege el orgullo y mi derecho a soñar”. El perro en cambio, argumenta: (a sabiendas de que no tener la llave del patio sólo le da una operatividad relativa): “El ratón tiene plena libertad para asomarse al mar y practicar comercio; luego, continuaré perseverando en ofrecer soluciones al ratón”. Y el ratón dice: “necesito convencer al gato para que apruebe mis negociaciones con el perro. Entonces aceptaría el canje de territorios que propone el perro, de los cuales estoy dispuesto a entregarle una parte al gato, previo acuerdo tripartito de todos los involucrados”. He aquí en teoría, desatado el nudo que estrangulaba la integración.
La solución, entonces, yace en la recurrencia a las compensaciones territoriales, en la que Bolivia deberá ceder el equivalente de los territorios que Chile le otorgue al norte de Arica, en tanto (novedad absoluta de esta moción), mediante un pacto de acuerdo tripartito original, le entrega al Perú parte de lo cedido por Chile, como una forma de resarcirlo, puesto que –leyendo los sentimientos de ambos– Perú siente como suyos los territorios perdidos en la guerra del Pacífico; y de paso, Bolivia pagaría aquella deuda ética que asumió con el Perú al abandonarlo apenas iniciado el conflicto. Todo dependerá entonces, de cómo Bolivia asuma el sacrificio de cargar con el peso del pasado; y de cómo valore una oferta que la pone ante el desafío más grande de su historia.
Luego, cartografiando la solución, Bolivia fija límites costeros con Perú por el norte y con Chile por el sur, en tanto le cede a éste, territorios al suroeste del altiplano, equivalentes en su totalidad a los cedidos por Chile, sin perjuicio de explorar otras variables. Así, en el pleno ejercicio de su soberanía, Chile procede a legitimar un acuerdo de trascendentales consecuencias, con la convicción de haber aportado a la paz y a la integración latinoamericana en forma generosa, justa y creativa, sin ceder un ápice en sus derechos históricos y jurídicos. ¿Por qué no? 

Una vileza histórica, a propósito de Krasnoff y Rojas

27 de noviembre de 2011 11:02 
En una apología del terrorismo de Estado, el columnista del El Mercurio, señor Gonzalo Rojas, sostiene que el caso Krasnoff viene a responder a  una necesidad, cual es, que haya conciencia histórica de que los muertos, desaparecidos y torturados por el Estado terrorista de Pinochet  lo fueron por el bien de Chile. Esta falaz y cobarde afirmación revalida la postura de que la violencia fue anterior al golpe de estado de 1973 y tuvo caracteres sistémicos, lo que preparó el odio irracional de la dictadura. Omite por cierto, el asesinato del general Schneider, en un intento por desbaratar el ascenso al poder de Salvador Allende, en octubre de 1970. Claro, porque para la derecha había violencia en la imposición de la reforma agraria, en  la nacionalización del cobre, o en la estatización de las empresas estratégicas como el agua y la electricidad. Era violencia desafiar al Estado convocando  huelgas para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, y para eso, los militares estaban preparados, como afirma con sublime bajeza, el señor Rojas.
Preparados, por ejemplo, para ametrallar a 3 mil personas, entre trabajadores, mujeres y niños, aquella tarde de diciembre de 1907, que pedían mejoras laborales en la escuela Santa María de Iquique. Con esta falacia, la derecha congela la historia, y haciéndose propicia víctima, se opone a los cambios, aún en un contexto donde  el desarrollo de avanzados criterios filosóficos, fueron poco a poco expurgando los prejuicios que los frenaban. En los sesenta, la Humanidad se debatía en una lucha cruenta por la libertad y el desarrollo de los pueblos, en múltiples escenarios, como la guerra del Vietnam, la revolución cubana, la revolución de las flores en Francia y los movimientos estudiantiles europeos, que exigían más participación, más derechos y libertades. En el caso chileno, la corriente de transformaciones fluía desde los partidos del centro y de la izquierda. Léase Partido Demócrata Cristiano y partidos Socialista y Comunista que intentaron introducir los cambios por la vía democrática.
Cambios profundos, que como la reforma Agraria durante el gobierno de Frei Montalva, recibió  el rechazo cerrado y violento de la derecha. Ahora, en cuanto a los próceres que el destino de la Nación instaló en el gobierno, se puede sostener que la figura de Allende, epígono de la tragedia chilena, nunca representó la heredad política de Stalin, como lo insinúa la derecha, ni remotamente. Tampoco representaba el comunismo en la polaridad fascismo y comunismo; por el contrario, representaba a las masas democráticas en la  antítesis  capitalismo v/s  socialismo. Por ello, resulta asaz interesante, abocarse a la reflexión de Herman Hesse sobre esta polaridad. En carta al señor R.H., de Munich, el 3 de febrero de 1950, refiriéndose al tema del nacional-socialismo y al terror rojo, manifiesta: “Todos nosotros, los que sobresalimos por un grado del nivel medio de la gente, aborrecemos el terror en cualquiera de sus formas y en cualquiera de sus formas abominamos de la dominación violenta del hombre; pero, no obstante, no debemos arrojar en un mismo cajón a Hitler y a Stalin, o mejor dicho, al fascismo y al comunismo. El ensayo fascista es retrógrado, inútil, insensato y vil; el intento comunista, empero, es un ensayo que la Humanidad debía llevar a cabo y que pese a su triste aferramiento a lo inhumano, habrá de ser realizado una y otra vez, no para llevar a término la necia dictadura del proletariado, sino algo semejante a la justicia y la fraternidad entre burguesía y proletariado.” (1) Y no se trata aquí de una opinión sesgada, puesto que Hesse era radicalmente opuesto a toda clase de violencia política que pretendiera arrasar con la democracia, de hecho, fue puesto fuera de la ley durante la dictadura de Hitler. Así, Hesse no se equivoca, y produce un singular acierto de comprensión filosófica y política para las generaciones actuales. Y de paso nos aclara que la mayor y más cruel de las violencias, es la que nace del odio irresponsable que degrada la verdadera convivencia democrática.

(1)  Cartas. Hermann Hesse. Obras completas t. IV, ediciones Aguilar, col. Premios Nobel, 1967, pág.752. 



Hinzpeter y la crisis del Estado de Derecho

18 de diciembre de 2011 16:04

La separación de los poderes del Estado es condición sine qua non para asegurar la libertad en un estado democrático organizado como sistema republicano de gobierno. Es doctrina, según Locke, que no hay libertad posible, si el poder judicial va unido al poder ejecutivo, porque entonces el juez podría tener la fuerza de un opresor. Bajo el principio de separación de los poderes en un Estado de Derecho, la arremetida del ejecutivo a través del ministro Hinzpeter, de incorporar a la Fiscalía Nacional a sus estrategias para reducir los índices de delincuencia, es inadmisible. Por la naturaleza de sus tareas, el poder judicial y sus fiscales, jamás debieran concurrir a reunión alguna que tenga que ver con seguridad ciudadana -tarea de la exclusiva incumbencia del ejecutivo- a no ser que sean invitados como observadores. Ley de oro para el poder judicial y la Fiscalía Nacional, es que mientras más lejos estén del gobierno, mayores serán las garantías y perspectivas de los derechos ciudadanos. Presionar al poder judicial y a sus fiscales para que sujeten su quehacer a las necesidades del gobierno, sería como poner una camisa de fuerza a la ley y colocar a la justicia en un callejón sin salida. Aun admitiendo que un fiscal puede cometer un error u obrar sin celo jurisdiccional, su independencia es un rasgo inexcusable de su ministerio, que como cualquier órgano del Estado, está sometido a controles internos, siempre perfectibles. Por algo la Constitución chilena, en su artículo 73 capítulo VI, señala respecto de la autonomía del poder judicial que, ni el Ejecutivo ni el Congreso, pueden “en caso alguno” “revisar los fundamentos o contenido de sus resoluciones”.
Se afirma  que hay dos errores en  la administración de justicia que una sociedad no tolera: la impunidad de un delincuente y el ingreso a prisión de un inocente, razón por la que en los procesos penales  se manifiesta con meridiana claridad el carácter democrático de un Estado. Por eso es tan importante que se sancione al responsable de la comisión de un delito, luego de que la comprobación de su responsabilidad penal se realice en forma justa, respetando los derechos fundamentales del imputado. El hecho de que un gobierno espere que, para mejorar los altos índices de delincuencia imperantes en el país, los fiscales deben meter a más ciudadanos a la cárcel es una inconsecuencia doctrinaria. Y más lo es su pretensión de someterlos al escrutinio del poder ejecutivo, porque, como consecuencia de ello, los derechos de todo ciudadano acusado de un delito, se ven objetivamente mermados, puesto que en el estudio de su aplicación se estarían anteponiendo intereses personales, en este caso los relativos a los ascensos y logros individuales de los fiscales. Nunca la ley aquí se ha visto más en peligro de perder la auténtica lógica de que el acusado no es culpable hasta que un tribunal competente  demuestre lo contrario.
A la luz de los últimos acontecimientos, causan verdadera alarma los dichos irresponsables de algunos ministros y legisladores de gobierno, como los del ciudadano Monckeberg de RN: “El Ministerio Público no sólo está para investigar los delitos sino también tiene que coordinarse de mejor manera con los diferentes actores en materia de seguridad pública para obtener mejores resultados”.
Lo absurdo de esta declaración está, precisamente, en que busca concomitancia donde jamás debe haber siquiera comunicación, so pena de caer en ejercicio de mala justicia. ¿Coordinarse para distraer su atención de sus graves responsabilidades, como es la justicia plena y la salvaguarda de la libertad en un Estado de Derecho? ¿Cuántos hombres justos, no ya delincuentes, debieron sufrir la coordinación del ejecutivo con el poder judicial durante la dictadura? (por poner un ejemplo extremo en materia de irrespeto entre los poderes del Estado). Aquí, en vez de perfeccionar el Estado de Derecho, se lo está sometiendo al oportunismo propio de las políticas fracasadas, saltándose el Ministerio del Interior la doctrina para crear un fantasma distorsionador de los principios democráticos, y lo hace al publicitar, mañosamente, que las garantías del delincuente estarían por sobre las garantías de las víctimas. En consecuencia, su intromisión es como si buscara –aparte de eludir sus propias responsabilidades- degradar a la Fiscalía Nacional en la correcta aplicación de la justicia.
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Foto: 0sama!! / Licencia CC